lunes, 28 de mayo de 2012

PRIMEROS AUXILIOS PARA GATOS
Una peculiaridad de los gatos es que no demuestran el dolor. Así, cuando presentan fracturas, una enfermedad o cualquier alteración física poco apreciable, lo que notarás serán cambios de conducta. A continuación algunas recomendaciones:
En caso de una herida sangrante, aplica compresas frías sobre la herida.
Si sospechas que se tragó alguna sustancia tóxica, no provoques el vómito, ya que algunas pueden quemar el esófago y la boca.
Si hay posibilidad de daño interno no lo muevas hasta que llegue el veterinario. Si no te queda otro remedio, transpórtalo delicadamente sobre una superficie plana para no lastimarlo aún más.
Si sufrió un golpe moderado, aplica agua fría y deja que beba un poco de agua.
Cuando sufra baja de temperatura corporal, tápalo con una manta y con bolsas de agua caliente para que entre en calor.
Si tiene fiebre, llévalo a la sombra y ofrécele agua fresca.
Si ha sufrido múltiples golpes, llévalo a una clínica veterinaria encima de una superficie plana, por ejemplo, una tabla o en una cobija, con muchísimo cuidado, e intenta que mantenga una posición inmóvil para que se le realice un chequeo general y se identifique el daño.
Llama a los teléfonos de emergencia.
Inspección general Examina a tu gato para detectar cualquier anormalidad en la conformación corporal. Debes buscar cualquier evidencia de hemorragia externa, así como examinar el color de las mucosas, la frecuencia y la calidad de la respiración, además del pulso, la temperatura, el estado de conciencia o de inconsciencia y los olores extraños.
Cabeza y cuello. Evalúa a tu gato para encontrar afecciones de la cara y el cráneo, o rigidez del cuello y dolor en el mismo. Examínale las pupilas y su respuesta a la luz, la emisión de líquidos o de sangre tanto por la nariz como por los oídos, el color de la mucosa oral, la posición de la lengua y el emplazamiento de los dientes. Palpa con cuidado su cuello para descubrir dolor local, rigidez muscular, crepitaciones –crujido o chasquido– para ver si hay alguna bola o hematoma, y si notas alterado el pulso arterial.
Garganta y tórax. Busca posibles lesiones externas y fíjate si el animal demuestra dificultad para tragar o fractura de costillas. Pálpale con mucho cuidado la caja torácica en busca de anormalidades, dolor y aire subcutáneo. Trata de vendar cualquier herida traumática a presión moderada e identifica anormalidades en la respiración.
Abdomen. Ausculta a tu gato para comprobar posibles lesiones externas, contracciones, dolor, encorvamiento, aumento generalizado del volumen, ausencia o presencia de ruidos peristálticos —es decir, ruidos intestinales— o vómito.
Miembros y columna. Examina al gato para determinar el color, la posición y la temperatura de los miembros. Pálpalos para descubrir posibles fracturas o luxaciones. Haz lo mismo con la columna. Si identificas alguna anomalía, llévalo urgentemente al veterinario.
Examen neurológico. La inquietud y la agitación que muestre tu gato a menudo coinciden con la falta de aire, hemorragia interna, y dolor. Examínalo para que valores los reflejos superficiales, la presencia de flacidez o rigidez de las extremidades y/o parálisis. Evalúa también la sensación de dolor pellizcándole con el dedo la membrana de entre los dedos de cada una de las extremidades. Asimismo, tócale el ojo para ver si tu gato parpadea y tócale el ano para advertir si se contrae.
AXFIXIA:
Si tu gato presenta problemas para respirar, el primer paso que has de seguir es limpiar el paso del aire tirando de la lengua hacia delante; luego métele el dedo en la boca con cuidado para quitar cualquier resto de mucosidad o identificar la presencia de algún cuerpo extraño –canicas, pelota, huesos, etcétera-. Acaso pudiera ser necesario retirar la mucosidad con una bomba de aspiración para bebé.
Para la aspiración debes introducir la bomba previamente comprimida con los dedos en la garganta con cuidado para no lastimar el área; luego, dejar de presionar la bomba para que aspire la mucosidad, y retirarla. De ser necesario, repite la acción cuantas veces sea posible. Si no tienes una bomba, lleva a tu perro inmediatamente al veterinario.
REACCIONES ALERGICAS:
Las reacciones alérgicas que requieren tratamiento de urgencia pueden ser divididas en dos categorías principales.



Shock anafiláctico. Es un tipo inmediato de reacción de hipersensibilidad en el cual la muerte puede ocurrir rápidamente por colapso respiratorio y circulatorio. En los animales, el shock anafiláctico rara vez se desencadena sin la intervención del hombre, con la excepción de los ataques de insectos como abejas o avispas, alacranes, caras de niño o por ingesta de plantas tóxicas.
Los signos a observar son: excitación, diarrea, vómito, constricción vascular, convulsiones, estado de coma y muerte.
También los medicamentos pueden causar shock anafiláctico, a saber, la penicilina, la estreptomicina, la tetraciclinas, el cloramfenicol, la eritromicina, la vancomicina, los sueros hiperinmunes, las hormonas, la insulina, el pitocin, las vacunas, los tranquilizantes, las sustancias yodadas, las vitaminas, la heparina, los alimentos y los alergenos.
En estos casos, debes mantener mucha calma, recabar los datos posibles que causaron el shock ¿Dónde estaba? ¿Qué fue lo último que comió? ¿Está bajo tratamiento médico? ¿Fue vacunado? ¿Tomó algún tranquilizante? ¿Ha sufrido convulsiones anteriormente? Debes llevarlo de inmediato al veterinario porque si no recibe la atención debida, puede morir.
Urticaria. Se caracteriza por la inflamación de los tejidos blandos de la cabeza, especialmente alrededor de los ojos, la boca y las orejas. A lo mejor observarás lagrimeo continuo y tu gato se frota estas partes frecuentemente con sus patas o con el suelo. Este tipo de reacción alérgica no comienza inmediatamente, sino al cabo de veinte minutos de la exposición a la causa de la alergia —en términos médicos, al alergeno-. Es frecuente que la alergia se origine por la ingestión de alimentos en estado de descomposición, por transfusiones de sangre o plasma, por picaduras de insectos o por el contacto con ciertas sustancias químicas.
Es importante que trates de descubrir la causa y, si es posible, elimines la sustancia irritante. Detén las transfusiones de plasma o sangre, lava al gato con agua corriente si tuvo contacto con algún agente químico conocido –como sosa, cloro, etcétera-. Si tu gato estuvo comiendo o sospechas que fue la comida la que ocasionó la reacción, retira el alimento. También puedes revisar la zona donde se rasca para encontrar la causa posible –piquete o aguijón-. Jamás mediques a tu gato. Si acaso dale un poco de leche y llévalo inmediatamente al veterinario.
QUEMADURAS:
La mayoría de las quemaduras resultan del contacto con agua y otros líquidos calientes, productos químicos, o por morder cables eléctricos. Las quemaduras se clasifican en las siguientes categorías:
Superficial. Es la que afecta a la piel. La lesión de tu gato será dolorosa y presentará inflamación y el pelo quemado; además pueden desarrollarse ampollas. No te alarmes: si la quemadura es bien atendida, la recuperación puede ser rápida.
Para atenderla, aplica de inmediato agua corriente templada y miel de abeja en la zona afectada, y cúbrela con una gasa para que las moscas no se paren sobre ella y la infecten. También puedes aplicar pomadas especiales para quemaduras.
Espesor parcial. El daño es mayor que en la primera. Es más dolorosa y el pelo puede estar intacto, así que recomendamos que lo cortes lo más posible. El área estará inflamada, y verás una acumulación de líquido subcutáneo seguido por la aparición de una costra seca, la cual no debe quitarse, sino esperar a que caiga sola.
La curación de tu gato será lenta y puede quedar cicatriz, por lo que debes llevarlo al veterinario para elegir el mejor tratamiento.
Espesor total. Es la que destruye la piel. La lesión no duele, el pelo se cae y la costra puede ser blanca. La curación es más lenta que la anterior y, en algunos casos, pueden aplicarse injertos. Así que debes llevarlo al veterinario.
Profunda al espesor total. Es el peor de los escenarios posibles. La quemadura involucra al músculo y al hueso. La costra es negra y los tejidos están quemados. Lo único que puedes hacer en este caso es llevarlo al veterinario para elegir el mejor tratamiento.
ALTERACIONES MEDIOAMBIENTALES:
Éstas pueden ocasionarse por exceso de frío o calor.
Congelación. Afecta principalmente las orejas y la cola que, en algunas razas, pueden mostrar escaso pelo. El tratamiento inmediato consiste en el calentamiento rápido del cuerpo, hay que cubrirlo con una cobija y acercarle botellas o bolsas con agua caliente. A continuación llévalo al veterinario. No permitas que tu gato se rasque la zona lesionada, ni apliques vendajes ni pomadas.
Hipotermia –Temperatura corporal baja– El enfriamiento por la exposición a bajas temperaturas provoca una disfunción del cuerpo, la cual llega a ser irreversible cuando la temperatura baja a menos de 24°C. Esto lo puedes corroborar introduciendo cuidadosamente por el ano, un termómetro pediátrico, mojado en agua. Procura introducir el termómetro ligeramente inclinado hacia arriba y sólo la parte metálica de éste.
El tratamiento inmediato a seguir es cobijar al gato con un cobertor. Frótale el cuerpo y rodéalo de botellas o bolsas con agua caliente y, posteriormente, llévalo al veterinario para que realice un chequeo general.
Choque térmico o golpe de calor. Se produce en gatos expuestos a una temperatura alta y sometidos a estrés, cuando los dejan encerrados en el coche por mucho tiempo o a la intemperie sin sombra. Los gatos obesos, los que tienen la cara achatada y los de edad avanzada son los más susceptibles, pero, en general, cualquiera puede sufrirlo. La temperatura normal del gato es entre 39 y 39.5°C. Cuando sobrepasa los 41°C puede presentarse el choque térmico.
Observarás congestión de las mucosas –muy rojas–, taquicardia y jadeo excesivo; los cojinetes plantares –las patas– se tornan calientes y secos. También puede haber deshidratación grave, vómito, diarrea y escasa orina. Debes disminuir la temperatura corporal mojándolo con agua fresca, colocarlo bajo una sombra, revisar la temperatura rectalmente, darle sólo un poco de agua fresca y llevarlo al veterinario lo más pronto posible, porque puede acarrear consecuencias graves.
FRACTURAS:
Si tu gato se fractura, lo primero que debes hacer es tomar con calma el incidente. No debes presionar con fuerza para identificar la zona afectada; al tocar el área probablemente notarás inflamación, calor y dolor, sobre todo esto último. Si la fractura es expuesta –o sea, el hueso traspasa la piel– y hay hemorragia, aplica un torniquete y un vendaje lo más limpio posible. Si la fractura es de un miembro y no está expuesta, trata de fijarla con periódico y lazo. Si sufrió un atropellamiento y presenta fracturas múltiples, debes transportarlo encima de una superficie plana o con una cobija con muchísimo cuidado para no perjudicarlo más. En todos los casos, llévalo urgentemente al veterinario.
OBSTRUCCION GASTROINTESTINAL POR PRESENCIA DE CUERPOS EXTRAÑOS:
Es común que los perros y gatos traguen objetos extraños, así que no te asombras si lo hace tu gato. La obstrucción gastrointestinal se presenta más a menudo en animales jóvenes. Para el veterinario es muy valiosa la información que le puedas aportar sobre el suceso. Así que recuerda cuanto te sea posible. No todos los cuerpos extraños son visibles en las radiografías, sobre todo los plásticos, así que debe hacerse un estudio general minucioso para evitar consecuencias graves.
Los signos que presentan los animales dependen del grado de bloqueo y su localización. Algunos sólo producen obstrucción parcial que puede ocasionar episodios intermitentes de vómito y falta de apetito, arqueamiento del cuerpo, dolor, estreñimiento, diarrea con o sin sangre y, además, dilatación en el intestino. Hay también acumulación de líquidos gástrico, duodenal, pancreático, biliar y sangre en la zona.
Lo más común son pelotas pequeñas, huesos, trozos de piel, bolas de estambre, plumas, trozos de madera, colillas de cigarro, papel, juguetes pequeños, vendas, esponjas, pedazos de alfombra, etcétera.
Lo primero que debes hacer es investigar qué pudo haberse tragado, y luego llévalo al veterinario para que le practique radiografías y determine si el tratamiento es quirúrgico o no.
OIDOS Y NARIZ:
Es común que los niños, al estar jugando con el gato, le introduzcan objetos pequeños en la nariz u oídos, como canicas, frijoles, bolitas de papel, botones, etcétera. Naturalmente, el animal empezará a inquietarse y a rascarse enérgicamente; sacudirá la cabeza constantemente, habrá dolor, inflamación y, en algunos casos, hay presencia de sangre.
Lo primero que harás es revisar los oídos y la nariz. Si encuentras un objeto dentro de estos orificios, trata de extraerlo con unas pinzas pequeñas, con mucho cuidado, para evitar que el objeto penetre más y se agrave la situación. Si esto no es posible, llévalo al veterinario rápidamente para que solucione el problema.
ELECTROCUCION:
Es común en los animales jóvenes que, por curiosidad, muerden los cables eléctricos o meten la nariz en los contactos.
Los signos que se presentan son: respiración difícil y ruidosa, quemaduras localizadas en labios y lengua, contracción muscular, pérdida de la conciencia.
Lo único que puedes hacer en estos casos es llevarlo de urgencia al veterinario.
ENVENENAMIENTO:
Desafortunadamente, existen miles de sustancias tóxicas para los gatos. La ingestión es común por error humano, con frecuencia se dejan estas sustancias al alcance de las mascotas.
Los signos que pueden presentarse son diarrea y vómito con o sin sangre, hemorragias, dolor abdominal, postración, apatía, falta de apetito, etcétera.
Es importante que tomes una muestra del vómito y la lleves al veterinario junto con tu gato, para que determine el tratamiento.
Si sospechas que tu gato ha ingerido sustancias corrosivas, como ácidos, no induzcas que vomito, porque esto puede causar quemaduras severas en el esófago y boca. Mejor dale leche o agua para diluir el veneno mientras lo llevas al veterinario.
Si el gato ingirió una sustancia tóxica no corrosiva o alguna planta tóxica, provócale el vómito inmediatamente, introduciendo el dedo en la boca hasta la garganta y, posteriormente, presiona el estómago para ayudarlo a vomitar. También puedes administrar un chorro de agua oxigenada.
Si el animal presenta convulsiones, trata de protegerlo para que no se haga daño. Seguramente tu gato podrá cuidarse solo. Cuando él no pueda, ahí debes estar para ayudarlo.

 
QUE ES EL SINDROME DEL GATO PARACAIDISTA?
El accidente más frecuente que sufren los gatos domésticos, es la caída desde grandes alturas, lo cual ha dado origen al llamado “síndrome del gato paracaidista” o “síndrome del gato volador”, nombre con el que los veterinarios han bautizado a esta patología frecuente en los gatos.

Los felinos con síndrome del gato paracaidista, son aquellos que acuden al veterinario de urgencia por caídas desde diversas alturas, especialmente de más de 7 metros (una altura equivalente a 2 pisos). Estas caídas frecuentes se deben a que los gatos son cazadores temerarios y por instinto les gusta pasearse por terrazas y ventanas abiertas, y a pesar de que son equilibristas muy ágiles, alguna distracción o un error de cálculo, pueden hacerlos terminar en el suelo.

Las principales lesiones producto de estas caídas, afectan principalmente a la cabeza, la región posterior, el abdomen y el tórax. Sin embargo, existe un alto índice de supervivencia a estas caídas libres, debido a que los felinos adoptan instintivamente la mejor postura para amortiguar el golpe, de allí su fama de tener siete vidas.

Los descuidos de los propietarios, la curiosidad que caracteriza a la especie felina, la falta de experiencia de los gatos jóvenes y el comienzo de la pubertad (actividad sexual), son las principales causas que provocan que el gato se precipite al vacío.

Los gatos más jóvenes (menores de 2 años) o los que no han sido esterilizados, son los que tienen mayor riesgo de sufrir el síndrome del gato paracaidista, cuya prevalencia es la misma en machos como en hembras.

Contrario a lo que la lógica nos dice, existe mayor probabilidad que un gato sufra lesiones más serias, si cae de una altura baja, que de un piso más alto. Esto se debe a que el sentido de equilibrio del gato le permite darse la vuelta durante la caída y amortiguar el golpe.

Sucede que poco antes de llegar al suelo, el gato se estira para aumentar al máximo su superficie y con ello el rozamiento con el aire, ocurriendo el movimiento en dos fases y cayendo en forma similar a un paracaídas, de allí el nombre del síndrome.

Si tu gato llegara a caerse, debes llevarlo inmediatamente al veterinario, pues aunque por fuera no le veas ninguna lesión, podría tener lesiones internas.

¿Cómo prevenir que tu gato experimente el síndrome del paracaidista?

Si a tu gato le gusta estar en las orillas de la ventanas o de la terraza, lo mejor será tomar precauciones, para evitar que uno de estos días experimente “su primer caída libre”.

Hay varias cosas que puedes hacer para evitar que tu mascota experimente “el síndrome del paracaidista”. Por ejemplo, puedes enriquecer su ambiente con juegos interactivos, sistemas de búsqueda de comida, estanterías y otros elementos donde puedan desarrollar su conducta de caza. La introducción de otro gatito con el que pueda jugar y entretenerse también podría ayudar. Consulta a un experto en conducta felina que te explique cómo hacerlo.

Mantén a tu gato alejado de zonas de riesgo, como ventanas y balcones. Si no es así, puedes colocar mosquiteras, rejillas o cerramientos de forma que dejes a tu mascota satisfacer su conducta de acecho, pero sin caídas que pueden llegar a causarle la muerte.