martes, 6 de diciembre de 2011

El gato en sociedad

Algunos autores afirman que los gatos son seres solitarios de vida enigmática, pero, en realidad, son animales muy sociables. Si observamos con atención un grupo socializado de gatos, apreciaremos la riqueza de matices dentro de su escala jerárquica y la importancia de mantenerla para evitar la desintegración social.
Los gatos silvestres viven en grupos más o menos numerosos en los que la figura centralizadora es la madre; algunos gatos adultos asumen un papel paternal mientras que otros se convierten en nómadas solitarios. En la convivencia con los humanos suelen ser más tolerantes entre sí, llegando incluso a convivir en armonía varios gatos de camadas completamente distintas. Dentro de cualquier grupo de gatos, sus miembros se saludan afectuosamente con "besos de nariz", frotes del cuerpo y olfateos de la región anal; pueden dormir juntos, atusarse mutuamente, compartir juegos y defender su territorio. Las hembras comparten la labor de cuidar y vigilar las camadas incluso de llevar alimento a las madres que están amamantando a sus cachorros. Las gatas que paren próximas en el tiempo juntan a menudo sus camadas e incluso amamantan y asean a los cachorros indistintamente. Puede darse el caso en madres con experiencia que, sin haber parido ellas, actúen como comadronas de las madres inexpertas cortando cordones umbilicales y lavando a los recién nacidos.

Fuera del estrecho círculo familiar, persiste el instinto de socialización de los gatos. Los individuos que pueden salir de casa, se convierten pronto en miembros de una especie de "club social felino" que se reúne en terreno neutral. La asistencia regular a las reuniones de este club contribuye a reducir la conflictividad intervecinal, aunque se desconoce la estructura jerárquica del grupo.

 

Jerarquias sociales

Los gatos salvajes y semisalvajes constituyen una organización social de gran complejidad, con una clara diferencia entre felinos sometidos y dominantes. Esta jerarquía puede verse modificada por numerosos factores, como son el tiempo, el lugar y el contexto en que sucede las reuniones de grupo; por ejemplo, un gato claramente dominante en su territorio, puede mostrarse sumamente respetuoso con otros machos a unos pocos metros de éste.

La jerarquía femenina se basa fundamentalmente en la maternidad; con cada parto, una gata asciende un peldaño en la escala social. En el momento del parto, independientemente de la situación jerárquica de la madre, el grupo formado por la madre y sus cachorros, alcanza una importancia social muy elevada. Las hembras castradas, aún habiendo tenido cachorros con anterioridad, descienden rápidamente en la jerarquía; si son castradas antes de haber manifestado su primer celo, ni siquiera se establecen en la escala social.

La jerarquía de los machos es muy diferente. Los machos dominantes mandan en los territorios mejores y de mayores dimensiones, pero no copulan necesariamente con un mayor número de gatas. Ningún gato entero (sin castrar) se libra del rito de iniciación a la jerarquía. Bien sea un recién llegado o un macho joven, los machos adultos pelearán con él antes de permitir que se integre en el grupo. Estas peleas pueden prolongarse a lo largo de varias noches, pero una vez concluido el rito, no volverá a pelearse con otro gato, excepto si desea intervenir en el rito de iniciación de otro individuo o en un intento de ascender en la escala social. En estas pugnas, los machos derrochan bufidos y gruñidos, pero suelen dirigir sus zarpazos a la zona de la cabeza y el cuello que está bastante protegida. Otro tipo de lucha entre machos suele producirse ante una gata en celo, bien sea porque los dos machos tengan el deseo de aparearse o porque uno de los machos tenga que invadir el territorio ajeno para copular con la gata. Después de estos combates, la hembra elige el macho con el que se va a aparear que, curiosamente, no siempre coincide con el vencedor. Al igual que en las hembras, los machos que se han graduado socialmente estando enteros y son castrados después, descienden gradualmente en la jerarquía, paralelamente al descenso de sus niveles hormonales. Los machos castrados antes del rito de iniciación nunca se establecen en la jerarquía. Cuando se obliga a muchos gatos a vivir juntos dentro de un espacio pequeño, se constituye un status social rigidísimo con el fin de evitar la desintegración social. Generalmente, se establece la figura de un macho dominante único al que todos deberán un respecto absoluto y al que darán prioridad al comer, al dormir.

La comunicación en los gatos

La vida social civilizada de que gozan la mayoría de los grupos de gatos está reforzada por su amplia capacidad de comunicarse entre ellos mediante el olfato, el lenguaje corporal y las vocalizaciones. Los gatos que se conocen, se saludan entre sí con besos de nariz y oliéndose después la cabeza y la región anal; la secreción glandular de ambas partes da una identidad propia a cada individuo, inconfundible para el resto de los gatos. El acto de frotarse entre dos gatos tiene un significado de posesión y es el mismo acto que manifiestan algunos gatos con sus amos. El lenguaje corporal se compone de muchos elementos, tales como la postura general, la posición de la cola, el ángulo de la cabeza y la expresión facial, que en conjunto constituyen una especie de vocabulario felino. Existe una gama de expresiones faciales que registran el estado de ánimo de un gato. Las colas pueden ser igual de expresivas; los gatitos que siguen a su madre o corren hacia ella mantienen la cola erecta, exhibiendo su región ano-genital para la posterior inspección y limpieza por parte de su madre. Los gatos adultos pueden levantar la cola como gesto de saludo hacia otros gatos, pero también como gesto amenazador. Si la cola golpea, se trata de una amenaza ofensiva, y si se arquea erizada, es una amenaza defensiva.

Gatos parlantes

Los gatos poseen un rico lenguaje vocal, aunque cada individuo posee su propio tono y variedad de sonidos. Se han identificado al menos dieciséis vocalizaciones diferentes, si bien, seguramente, los gatos serán capaces de distinguir muchas más. Algunos individuos y razas (sobre todo los siameses) son más expresivos que otros. El lenguaje felino se compone de tres categorías de sonidos: murmullos, vocales y sonidos forzados de gran intensidad. Entre los primeros se encuentran el ronroneo y los sonidos suaves utilizados como saludos, llamadas de atención y expresión de reconocimiento y aprobación. La mayoría de estos sonidos se emiten con la boca cerrada. El ronroneo es el sonido más agradable que puede recibir un humano de un gato, ya que suele ser señal de "felicidad"; los gatos pueden ronronear durante horas, inspirando y expirando casi sin realizar ningún cambio de ritmo ni de intensidad. Los sonidos vocálicos se utilizan en contextos más específicos, como pedir, exigir y expresar perplejidad o queja. La emisión de las vocales se realiza con la boca abierta y se finaliza cerrándola. Este tipo de sonidos son los que el gato utiliza sobre todo para comunicarse con su propietario. Los sonidos forzados de gran intensidad se reservan generalmente para la comunicación entre gatos. La boca se mantiene siempre abierta y en tensión, pero con cambios de forma. Estos sonidos suelen ser rugidos, lamentos, gruñidos y bufidos y se emiten en situaciones de peligro o ansiedad.

Los gatitos no disponen del amplio repertorio vocálico de los gatos adultos, pero son capaces de ronronear, bufar, gruñir y emitir sonidos de saludo, angustia, desconcierto y enojo. La llamada de angustia, que saben hacer desde el nacimiento, es particularmente importante porque provoca una reacción de búsqueda y aliento por parte de la madre. A los tres meses de edad, los gatitos saben reproducir la mayoría de los sonidos del adulto. Después irán desarrollando su propio lenguaje individual.

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